Desnudar(se) según el diccionario de la RAE en su primera acepción es: «Quitar todo el vestido o parte de él». También puede ser «Despojar algo de lo que lo cubre o adorna». «Desvalijar, desplumar a alguien». Por último: «Desprenderse y apartarse de algo».
En sentido figurado, desnudarse es mostrarse ante los demás como uno es, sin capas, sin filtros, sin brillos innecesarios… tan solo como uno es. Y eso, en este mundo de perfiles falsos y mentiras fotografiadas es muy difícil.
Dejas entrever parte de ti, de tu ser, de tus opiniones, de tus pensamientos… pero te da miedo enseñar un poquito más ; resulta complicado hablar o escribir de uno mismo, sincerarse, darse a conocer a través de unas fotos, unas palabras… y a veces te gustaría ser más auténtico, contar más de verdad… pero cuesta.
En mi primera novela, Líneas paralelas, muchas personas vieron un personaje autobiográfico. Te pasas la mitad del tiempo explicando que Marta Iglesias no eres tú. Por supuesto, tiene cosas tuyas, como otros personajes, porque los escribes tú, con tus sentimientos, con tus vivencias y las de los que te rodean. En la segunda, Y la vida se detuvo, en cambio, ves como algunos se sorprenden porque hablas del amor entre una pareja de homosexuales. Y también te preguntan si conoces a los protagonistas.
He retomado mi tercera novela, que en su día iba a ser la segunda. Por supuesto, como en todo lo que escribo, habrá mucha parte de mí. Pero desnudarme, lo que se dice desnudarme, lo hago en estas palabras que escribo de vez en cuando como en una carta abierta al viento en mi blog. Aquí sí soy yo.
Algunos sabéis que a pesar de mi optimismo compulsivo, estoy triste, muy triste. A mí, que me gustan los años pares, 2022 se me está atragantando. Faltan personas muy queridas que no me han podido felicitar en mi mes favorito del año, septiembre, y a veces, quizá demasiadas, no tengo ganas de escribir ni de leer. Me gustaría viajar de un lugar a otro sin sentido y no pensar. Me gustaría estar más alegre porque solo si tú lo estás puedes hacer que los demás lo estén. Si sonríes, sonríen; pero si lloras, te quedas en un rincón con tus lágrimas que probablemente no sirvan de nada. Y ya nadie me llama «nena».
Forma parte de la vida, igual que la tristeza, el dolor o la preocupación. El duelo, la ausencia, el saber que nunca más oirás su voz, a veces, solo a veces, duele demasiado.
Por eso hoy me desnudo. A ver si soy capaz de poner un punto y seguido y comenzar en este triste septiembre con mis rutinas, con mi lectura y escritura, con mi ilusión pendiente. Seguro que sí, que lo consigo.
Bienvenido, otoño.