Me llamo Víctor.
Siempre fantaseé con la posibilidad de perder a mi pareja o a mi hijo en un aeropuerto. No porque yo quisiera. Solo era un miedo infantil a soltarme de la mano de mis padres y no encontrarlos. El cine también había ayudado a ver cómo desaparecía la gente sin explicación posible tras la puerta de un aseo con una única salida y entrada.
Lo que nunca imaginé es que ocurriera de verdad. Ahora estoy en la comisaría aeroportuaria de Marrakech con mi hijo denunciando la desaparición de Estrella.