Acababa de vender los derechos de su quinta obra a la plataforma más puntera del momento. Era la primera novela de su segunda trilogía y los lectores estaban expectantes ante el anuncio de la próxima grabación. La escritora había declarado que en los meses siguientes saldrían publicadas a la vez y sin interrupción las dos novelas que cerraban la historia.
Era una operación de marketing sin precedentes entre las editoriales famosas. Nunca se lanzaban dos novelas del mismo autor juntas.
Quizá por eso la ansiedad se apoderó de ella y desapareció del mapa.
Unos afirmaban que la habían visto comprando <<souvenirs>> en la ciudad de Londres; otros decían que se había recluido en una clínica de reposo en Málaga.
Lo que no relacionaba la prensa eran los cadáveres aparecidos en los alrededores de la ciudad del sur de España coincidiendo con los paseos nocturnos de la autora.
En los medios informativos se hablaba de un asesino en serie que dejaba un Teddy londinense entre las gargantas seccionadas de sus víctimas.
Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado continuaban la búsqueda del asesino. En una semana habían aparecido cinco cadáveres.
Ella sonreía. ¡Qué buen argumento!