Me gustan los libros. Me gusta leer. Me gusta comprar libros. Me gusta que me regalen libros. Pero sobre todo me gusta viajar a la vida de los personajes que conforman las historias en los libros.
Desde las lecturas de los clásicos a las novedades de mayor actualidad coleccionaría lecturas y libros como los amantes de las miniaturas o los cuadros. Es imposible (o casi) entrar en una librería y no comprar nada. Y también es difícil encontrar la siguiente lectura entre el mar de ejemplares que suponen lo que los lectores locos llamamos “pendientes”.
Releería siempre El Quijote, La Regenta o La Busca. Volvería a las páginas de El amor en los tiempos del cólera o de Olvidado Rey Gudú. Machado, Neruda, Miguel Hernández… Rosa Montero, Dolores Redondo, Ana María Matute, Almudena Grandes, Carmen Martín-Gaite, Elvira Lindo, Ángeles Mastretta, María Dueñas, Laura Riñón, Elizabeth Benavent, Juan José Millás o Juan Gómez-Jurado y otros muchos nombres nuevos de literatura americana que abren la mente y enseñan otra forma de contar como Elizabeth Strout o Douglas Kennedy. También voces nuevas como Marta Jiménez Serrano o Cristina Araújo. O Juan Gómez Bárcena.
Tengo muchos libros por leer y falta de tiempo para dedicarles el cariño que se merecen las páginas que alguien ha inventado para nosotros lectores. Me falta Kallifatides, Hernán Díaz o Amor Towles, Eloy Moreno o Enrique Vila Matas. Además de los comprados en este día del libro. Dos de los tres para regalar. Y seguiré comprando. Últimamente también combino con mis lecturas digitales en ebiblio de las Bibliotecas de la Comunidad de Madrid.
En casa me dicen que mi saber ocupa mucho lugar.
También leo muchas novelas y libros históricos sobre los años anteriores a La Guerra Civil española y los posteriores, los años de posguerra, pues toda documentación es poca cuando se trata de ilustrar momentos de mi actual trabajo, de mi tercera novela.
Libros. ¿Día del libro? Para mí todos los días son días del libro. Leo siempre y celebro siempre. Era muy gratificante leer a mi madre cuando no pudo seguir haciéndolo ella y muy triste cuando ya no quería que leyera.
Disfruto tanto leyendo como escribiendo. También tengo claro que no podría escribir sin leer. La belleza de lo escrito nos hace sentir la belleza de lo cotidiano, de nuestro día a día. Y es muy bonito.
Felices días del libro. Todos.