En verano siempre recuerdo a un primo que decía que disfrutaba de las noches de Benidorm porque se sentaba en una terraza y veía a la gente pasar. Yo voy un paso más allá. El verano es magnífico para ver la vida pasar.
Los que no tenemos ya el tiempo diferenciado entre vacaciones y trabajo (eso quiere decir que ya hemos trabajado mucho en otra época) y ahora sólo tenemos vacaciones, tenemos también que aprender a desconectar, a recuperar ese tiempo vacacional de no hacer nada, o mejor dicho, de no hacer nada productivo como lo entendemos normalmente. Es bueno cambiar las rutinas. Madrugar menos. O más. Depende de lo que hagamos habitualmente. Y disfrutar de no ir corriendo para nada y a ningún lugar.
La sensación de prisa y de hacer muchas cosas es algo de lo más dañino del día a día. A pesar de no tener un horario concreto para nada, en los últimos años, tras la pandemia, he atendido un montón de obligaciones que me hacían estar más ocupada que en mi vida laboral y familiar de mis mejores tiempos.
Nada más dejar mi trabajo reorganicé mi vida en torno a rutinas de lectura y escritura que era lo que más me gratificaba. En los últimos dos años he escrito a salto de mata sin una estructura de trabajo concreta. Y eso no es bueno.
La gran escritora @doloresredondo contaba en su cuenta de Instagram que da por terminada su gira de promoción de #esperandoaldiluvio y se vuelve a casa a retirarse y escribir. Decía que lo estaba deseando.
Creo que en agosto podré disfrutar de ese momento. Ya no aspiro a terminar el primer borrador de mi tercera novela este verano, pero creo que dedicaré parte de los días de julio a “ver la vida pasar”, sentada en una terraza, en un sillón o paseando. Dejar la mente en blanco y limpiarla de todo el ajetreo mental que impide la concentración bella y tranquila en lo que uno desea. En mi caso, escribir. Tendré que abandonar mi furia lectora veraniega y concentrarme en mis personajes, en sus vidas, en su historia. Concretar el título. Me falta el título y un final entrañable. Mientras no tenga esas dos cosas no seré capaz de rematar la novela. Cuando lo encuentre entre mis notas y mis apuntes seguro que cogeré carrerilla y se escribirá sola.
Mientras tanto os deseo un feliz verano. Que disfrutéis de ver la vida pasar, con calma, con alegría. A veces corremos tanto que perdemos la perspectiva, que siempre es disfrutar cada minuto, como si fuera el primero y el último.