Decía Jesús Terrés @nadaimporta en #VanityFair de agosto: <<La vida es más bonita cuando miras bonito el mundo>>.
Por supuesto. Si eres capaz de mirar de forma bonita a los que te rodean, al mundo que tienes ante ti, todo es un poco más fácil. Y continúa: <<es el cinismo quien nos vuelve hombres grises, quien llena de piedras anchas nuestros bolsillos>>.
Me gusta mirar bonito, sobre todo en este septiembre melancólico, en el que he despedido el número nueve de mi calendario y he abierto las ventanas al seis. Hace nada (de verdad que hace nada) estaba celebrando mis cincuenta entre amigos y familia, en una fiesta sorpresa al más puro estilo americano que organizó mi hijo desde Alemania, con la complicidad de su hermana viviendo en Atlanta y mi pobre marido que disimula fatal. Les salió perfecto. Mi hijo ya no está en Europa y mi hija tampoco vive en Estados Unidos. Mi marido ha aprendido a disimular mejor. Y no me gusta lo gris.
Mi sorpresa de los sesenta era tirarme en parapente. Cuando uno habla es probable que otros escuchen y decidan ejecutar tus deseos para que sigas mirando bonito. No pudo ser porque las tormentas impedían un vuelo seguro. Queda aplazado, que no olvidado. Cuando consiga volar os lo contaré. Creo que puede ser una de las experiencias más bonitas que podemos realizar. Me dejé mimar y comí, bebí vino, me dejé masajear y disfrutar del spa a orillas del Tormes. Cada fiesta tiene su momento y en breve toda la familia nos reuniremos a comer, a celebrar que estamos aquí y a brindar por los que no están, por los que ya se fueron.
En los cincuenta mi madre disfrutó de la fiesta tanto como yo. Seguro que ahora me ha visto feliz y relajada desde una estrellita donde me da ánimo y fuerza cuando a veces me falta. La echo de menos. No a la que era al final de sus días, perdida en un tiempo que ya le sobraba. Echo de menos a la mujer que estaba orgullosa de que su hija y su nieta trabajaran, viajaran, se divirtieran y fueran felices. Siempre que tenemos oportunidad, mi hija y yo brindamos por ella.
Sé que esta semana ha habido terremotos, inundaciones, muertos y tristeza por todo el mundo. No se puede parar. ¡Ojalá pudiéramos!
Pero permitidme que mire bonito el mundo, que me sorprendan las sorpresas que mi familia me prepara, que organice mi nueva biblioteca en mi nueva habitación de trabajo, que sueñe con el final de mi tercera novela y que haga planes del congreso de música y literatura al que acudiré en Fuensaldaña en unos días en @Blacklladolid.
Porque a veces es necesario abstraerse del mundo para contemplar la belleza y ser capaz de apreciar las pequeñas cosas, esas que nos sorprenden cada día, que nos llenan de ilusión y vida y que nos hacen ser felices.
Feliz septiembre. Adiós verano. Bienvenido otoño. Bienvenida la vida.