No me lo podía creer . Ni mi familia. Ni mis amigos. Todo estaba reservado y pagado: el chaqué, el vestido de novia, los regalos, la cena de la preboda, la comida de la boda, el baile, las chuches y la barra libre. Hasta el viaje de novios, que debería llamarse de casados.
El de novios lo hicimos con unos amigos, quince días antes de la fecha señalada. Para relajarnos. Estábamos muy tensos. Y discutíamos Discutíamos mucho. Cada día. Cada instante. Delante de todos. No estábamos de acuerdo en nada. Me parecía que me había enamorado de una persona distinta. No le reconocía.
Total que dije: ¿Para qué esperar más? Y la boda se suspendió.
He adoptado un perro. El sí me quiere. Y no discutimos.
La fecha
Su secretaria le confirmó la cita. El lunes próximo tendría que firmar los papeles. Miró la fecha en el calendario y se preguntó por un momento cómo había llegado hasta allí, cómo habían llegado hasta allí. Noviazgo, amor, una casa, tres hijos... Tal vez nunca...