¿Pero qué es la rutina? Según la RAE en su primera acepción es <<Costumbre o hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y de manera más o menos automática>>. Pasadas las fiestas navideñas, que en España y un puñado más de países se alargan hasta después de la festividad de los Reyes Magos, se supone que tenemos que volver a nuestros quehaceres cotidianos, a lo que conocemos como “vida normal”.
Para los que no tenemos ya una obligación diaria de acudir a una oficina o trabajar unas horas determinadas en un empleo que podamos considerar estándar, lo de volver a la rutina es un tanto extraño, porque nuestra rutina la generamos y componemos como nos da la gana. No madrugamos si no queremos. No salimos de casa si no queremos. No vamos al gimnasio si no queremos. En definitiva, no hacemos nada que no queramos hacer. Como dice mi amiga @pepa.lopez.106: <<No tenemos que pedir permiso a nadie>>. Quizá sí debamos hacerlo a nosotros mismos.
Las rutinas son útiles para que cuando llegue el momento podamos salir de ellas. Es necesario que existan límites para saltárnoslos. Genera satisfacción no ir una semana al gimnasio porque después apreciarás más las clases de pilates cuando vuelvas.
Para poder contar historias, para poder escribir y transmitir emociones, para crear personajes que lleguen al corazón de los lectores, es necesario generar rutinas en tu trabajo. Si escribes, la disciplina y la rutina son fundamentales. Pero también el descanso. Acabo de terminar antes de Reyes la primera versión del borrador de mi nueva novela. Queda encajar algún capítulo dentro de la historia y escribir al ordenador las correcciones en papel. Si encuentro la disciplina adecuada es probable que entre uno o dos meses pueda decir que tengo el borrador definitivo para volver a hacer una corrección total.
Es una novela que ha tenido varios comienzos y varias paradas. Ahora ya queda rematar y para eso es imprescindible volver a la rutina. Madrugar. Tomar café. Reflexionar. Escribir. Corregir. Engarzar los capítulos en su orden correcto como si de cuentas de un collar se tratase. Antes escribía lineal. Ahora dibujo las historias sin pensar en el momento, y después las coso como las piezas de un patrón de un vestido. Eliminar páginas enteras. Crear otras nuevas. ¿Eliminar personajes? ¿Crear alguno nuevo? Sentir que la historia fluye, que las personas que la lean por primera vez puedan volar junto a la vida de mis personajes… Pero por supuesto lo más importante es volver a la rutina y trabajar. Para que los sueños se cumplan, te tienen que pillar trabajando.
Los sueños, como las musas son intangibles. Y si quieres contar tus historias a los demás tienes que ser disciplinado. Madrugar o trasnochar. Te o café. Papel y ordenador. Ordenador y papel. Horas. Muchas horas. Consultas de última hora. ¿Fechas adecuadas? ¿Fechas erróneas? ¿Alguna lectura de última hora que aporte algo esencial? ¿Un documental nuevo en alguna plataforma? @dolores_redondo dice que sus editores le quitan los manuscritos de las manos porque no los entregaría nunca. Corregir. Corregir. Corregir. Consultar a Fundeu. Mandar los primeros capítulos a tus lectores cero. Decidir si merece la pena. Escuchar qué te dicen.
Vienen meses interesantes e intensos. Por eso volveremos a la rutina. Porque gracias a eso se abrirán nuevas puertas, nuevas historias, nuevas vidas.
Gracias lectores. Seguimos.