Para mí uno de los mayores placeres en esta vida es leer. Me encanta sumergirme en otros mundos, otras vidas, otras historias.
Y leer en verano, cuando se detiene el tiempo frente al mar, en una piscina o en un refugio de montaña, es todavía algo más gratificante.
Suelo planificar, incluso recomendar qué libros pueden ser los adecuados para el tiempo estival. Si tienes un gran clásico pendiente: Cervantes, Shakespeare, Dumas, Hemingway, sí es el momento. Estás más receptivo, con la mente relajada (si has conseguido dejar de leer prensa y escuchar medios informativos sobre todo) y más permeable a enfrentarte a obras que no leerías en el metro. El Quijote en el transporte público de Madrid no creo que sea lo más idóneo, pero si te sientas en una sillita frente al mar seguro que Alonso Quijano te arranca más de una sonrisa y tal vez varias carcajadas.
Muchas veces seleccionas esos libros que has ido comprando durante el año (o durante los pasados años) porque esperas que te de tiempo a leerlos en esas horas que acumulas de más cuando estás de vacaciones. A veces el problema es que aunque te apasione leer te dejas llevar por el arte de no hacer nada que le va fenomenal a tu cortisol y hay momentos en los que incluso para ti leer significa un esfuerzo. No pasa nada si tu lista de pendientes se mantiene.
Y luego ocurre el problema de los libros no previstos. Aquellos en los que una portada te sorprende, una reseña te atrapa o símplemente te eligen. Ellos deciden por ti. Y se cuelan en tu montón previsto, y los seleccionas en tu biblioteca o los pides a tu librería de confianza antes de que cierren por vacaciones.
Esos, esos no programados son las estrellas del verano. No tengo ni idea por qué empecé a leer #lapenínsuladelascasasvacías de @daviducles. LLevo tres años leyendo mucho sobre la Guerra Civil española y sobre la posguerra para ambientar mi tercera novela. Probablemente me atrajo su portada. Recuerdo haber leído algo de “realismo mágico”, pero no tengo en mi mente ninguna reseña. Por eso esta novela la recomendaré sin cesar. Por no prevista. Por distinta. Por bien escrita. Por ser reivindicativa sin reivindicar nada. Por constatar un agrietamiento que sigue existiendo. Por llevarnos a ese terrible mundo con la magia del realismo. Sin duda, y sin desmerecer a las ya leídas y las que están por llegar, mi novela del verano.
Que conste que entre mis lecturas actuales está #Orquesta de #miquiotero que probablemente compartirá podio con la anterior. Este libro sí estaba programado y tal vez elegido como lectura estrella veraniega desde que escuché de él en la radio.
No me gusta otorgar laureles, sí hago #reseñasamimanera de los libros que me gustan. Existen muchos más que leo (nunca los cuento) pero si no me llenan como lectora, si no me sorprenden por algo, si no los recomendaría en privado, jamás los recomendaré en público, pero tampoco hablaré mal de ellos. Cuesta mucho escribir una historia para que llegue alguien a buscar los puntos débiles, a criticar lo que otros han sido capaces de saber contar aunque a ti no te guste cómo lo han hecho. Probablemente esos libros tendrán un lector ideal al que atrapar entre sus palabras.
Si no sabéis qué libro o libros elegir, entrad en internet. Hay un montón de listas preparadas para todo tipo de lectores. Incluso en este blog encontraréis recomendaciones. Acudid a vuestra biblioteca, a vuestra librería de barrio si todavía no ha cerrado por vacaciones, incluso podéis entrar en Amazon y elegir mis novelas, #líneasparalelas y #ylavidasedetuvo. En ebook o en papel. También son adecuadas para el verano.
Y si no tenéis ganas de abrir el libro electrónico o el físico, siempre estará el audiolibro. Una feliz idea para los que tienen problemas de visión o para los multitarea. Un lujo poder hacer un montón de cosas y leer a la vez.
Pues eso. Que leer en verano es un placer. Por la lectura y porque es verano.