Una de las cosas más complejas para el ser humano es saber responder cuando algo va mal. Ser consciente de que hay cosas que uno no puede solucionar y no desmoronarse ni desesperarse. Es difícil. Sobre todo, cuando vas cumpliendo años.
Ocurre con las cosas más sencillas: intentas arreglar una cisterna y provocas una inundación; quieres solucionar un enchufe desajustado y hay un cortocircuito.
«Zapatero, a tus zapatos». El refranero español es sabio para estas cosas. Si tenemos profesionales que pueden realizar cada uno su trabajo perfectamente, no sé por qué nos metemos a realizar “chapucillas”, que en cualquier caso nos generarán sinsabores, porque no conocemos los recursos de los profesionales que se dedican a resolver sus trabajos. “Aprendiza de todo y maestra de nada” decía mi madre que le decían a ella, y cuando causas un desastre y quieres meter la cabeza cual avestruz debajo de tierra deberías aprender a gestionar esos contratiempos.
En cambio, te debates entre llorar, gritar o deprimirte.
Pues bien, en primer lugar, hay que poner deberes. No hay nada que no solucione un buen seguro de hogar y unos técnicos bien majos que te salvan de los desaguisados que has organizado. Y en segundo, tiene que servir para gestionar otras cosas que son adversas, pero mucho más importantes en la vida.
Cuando era más joven era capaz de controlar mejor esos vaivenes que a veces nos da la vida. Relativizaba lo malo y engrandecía lo bueno. Es una política eficaz cuando tienes la cabeza en mil sitios, cuando quieres llegar a mil cosas… Tal vez los años nos traen una falta de paciencia para admitir cuando las cosas salen mal, cuando no eres capaz de decidir cuál es la mejor oferta, cuál la oportunidad adecuada o cuando la vida no te lleva por el camino deseado.
Cuenta hasta cien, hasta mil… relaja y mira con perspectiva. ¿Qué puede ser tan malo? ¿Qué puede no tener solución? Salvo la muerte y la enfermedad, nada es terrible. Recapitula entonces, pon una taza de té o café, un chocolate y un libro; una buena música de fondo y una sonrisa en tus labios.
Llueve o ha dejado de llover. Sale el sol o está nublado. Pero estás vivo y no tienes derecho a ser negativo. No ha pasado nada. Todo (o casi todo) tiene solución.