El perfume de las flores de noche de Leila Slimani son esos libros que te llegan por recomendación, en este caso de @amapolasenoctubre, y que probablemente no hubiera comprado por mí misma. No conozco el resto de su obra, aunque fue premiada con el Goncourt en 2016 por Canción dulce. Editada por Cabaret Voltaire y traducida por Malika Embarek López.
Es una pequeña novelita de una escritora francomarroquí, quizá a caballo del reportaje, pues parte de la idea de su editora invitándola a pasar una noche en el museo Punta della Dogana de Venecia, el centro de arte contemporáneo próximo a la basílica de la Salute.
Agradable, bonita, escrita con carácter autobiográfico en primera persona, nos invita, además de recorrer las salas del museo, a reflexionar sobre su condición de extranjera, de escritora, del proceso creativo, de sus referencias literarias, de su pasado y su familia, especialmente de su padre y también sobre las ciudades, en concreto Venecia.
Aunque últimamente casi todos los libros tienen una considerable carga de recuerdos personales, resulta muy interesante el planteamiento de la escritora sobre la literatura y la escritura. Sus pensamientos nos llevan a subrayar un montón de ideas del texto, que bien podría cualquier escritor hacerlas propias, sumándonos a su monólogo interior.
Señalaría muchos párrafos de esa mente evocadora, pero me quedaré con uno, invitándoos a su lectura rápida e interesante, para que descubráis la belleza de sus palabras:
«Pues la literatura, al igual que el arte, no entiende el tiempo de la vida cotidiana. Le traen sin cuidado las fronteras entre pasado y presente. Logra que advenga el futuro. Nos traslada a los bosques claros de la infancia. Si se escribe, el pasado no está muerto».
¿Lo habéis leído? ¿Os gusta la literatura intimista?