Lograr lo imposible
Fui mamá de deportistas de competición. De esos que siendo niños juegan en clubes de élite y de los que se espera que ganen siempre.
De aquellos años me ha quedado un gran amor por el tenis; deporte complicado y exigente donde no solo la parte física es vital sino que la mente domina al cuerpo.
Hoy hemos asistido (yo por televisión, algunos privilegiados en la pista central de Roland Garros en París) a un duelo entre dos jóvenes, Jannik Sinner y Carlos Alcaraz. Reconozco que el lenguaje de los comentaristas deportivos de los últimos tiempos se extralimita como si jugaran auténticas batallas en vez de partidos.
Quizá el lenguaje extremo sí era hoy justificado por la dificultad que suponía el enfrentamiento entre el uno y el dos del mundo, quizá no había otra manera para poder contar esa pelea deportiva entre dos grandes, aunque sean unos niños.
Más de cinco horas de golpes, saques, jugadas y estrategia que nos han hecho vibrar a los amantes de este deporte.
Rafael Nadal siempre dijo que lo suyo no era importante, que solo pasaba bolas por encima de una red, pero estos chicos hoy, a pesar de no hacer nada importante, han enseñado a los niños jugadores de cualquier deporte, que uno tiene que creer en sí mismo, para jugar al tenis o para hacer cualquier cosa en la vida.
Hoy, Carlos Alcaraz ha creído en sí mismo. Y ha tenido su recompensa. Su quinto Grand Slam. Una remontada imposible. Un jugador fantástico enfrente. Su equipo y su familia a su lado.
Yo, que tengo fé ciega en él, que cuando alguien me dice “pero no es Nadal”, yo siempre contesto que no, que él es Carlos Alcaraz, tuve un momento de duda. Las estadísticas mandaban. Carlitos nunca había remontado dos sets en contra. Pero hoy lo hizo.
Mis felicitaciones a todos los que creen en el deporte, a los padres que enseñan a competir con honestidad, a todos los que siguen las reglas del juego, a los dos fantásticos jugadores que hemos podido ver en pista, porque ese respeto con el que se han enfrentado, esa buena educación, debería ser un ejemplo, tal vez para nuestros políticos. Quizá sea mucho pedir, pero por lo menos que sirva de escaparate en colegios y clubes de competición.