Me llamo Estrella y nunca imaginé que haría realidad las fantasías de mi marido. ¿Por qué?
¿Tal vez cansancio, ausencia, cobardía?
Aproveché nuestra visita a Marrakech para huir. Recordé su miedo y lo organicé todo.
El guía del tour, unas amigas que vivían en el norte, y un traje que ocultaba mi identidad. Fue muy útil el hiyab que utilizan las musulmanas.
Salí de los servicios del aeropuerto y ni se enteró. Me dio pena mi adolescente Víctor, al que dejaba en manos de su padre.
Daños colaterales