Como el bote en una pista de tenis que da el triunfo al jugador si es dentro o fuera, las marcas en tu vida son definitivas para tomar un camino u otro.
Nacemos en un lugar determinado del mundo y eso nos condiciona. Es la primera marca. Es distinto si naces en el hemisferio norte o en el sur; en el primer mundo o en el tercero; en los barrios pudientes de la capital o en los suburbios; en una familia ordenada o desestructurada.
Todo marca de forma predeterminada nuestras vidas. Tanto lo bueno como lo malo. Si eliges un camino, estás diciendo no a miles de ellos. Y te puedes equivocar. Y ahí tendrás esas marcas que te acompañarán siempre. No pienses que las equivocaciones no sirven para nada. Siempre, siempre te ayudarán a aprender. Tal vez te costará más saber lo que quieres, pero seguro que sabrás lo que no. Y muchas veces eso es lo más importante en la vida: saber qué no quieres.
Te marcarán tus estudios, tus elecciones, tus amigos, tu familia, tus primeros trabajos, tus primeros viajes, tus primeros pisos… te marcarán tus relaciones, tanto para bien como para mal. El amor, el desamor. Los encuentros y desencuentros. Y seguirás aprendiendo a elegir, a discriminar, a tener metas y cumplir objetivos. Aprenderás a soñar con realismo y levantarte cada día queriéndote un poquito más. Hay días que son más costosos que otros. Los hay que son felices y tocas el cielo con las manos. En otros, la culpa y la desesperanza te arruinan un día, dos… o a veces meses o años. No importa.
La vida no es el objetivo ni la meta. La vida consiste en disfrutar del camino, en aprender de esas marcas que nos deja cada día, en saber convertir lo malo en bueno, en darle la vuelta a las noticias, a los inconvenientes…
Me diréis que si naces en una casta pobre de la India no puedes hacer nada. Supongo que es cierto, que la vida es así de injusta, pero pensad en todos los que desaprovechan sus oportunidades viviendo en el primer mundo y teniéndolo todo. Es fundamental que las marcas, las pequeñas cicatrices que nos aparecen en nuestro andar por este mundo, nos ayuden a volar más alto, más lejos, con mayor capacidad de ser felices.
Porque de eso se trata: de ser felices. Es un objetivo no exento de peligros, dudas, cuevas y cavernas… pero es un objetivo precioso: ser felices. Si lo pensamos, todos podemos serlo. Sólo tenemos que dejar de ver el bote fuera de la pista y verlo dentro.