En la semana de la mujer no puedo menos que recordar algunas mujeres de mi vida. Las más importantes.
Primero, mi madre, que me enseñó a ser independiente, a que buscara mi lugar en el mundo y que decidiera qué quería hacer con mi vida. Quizá porque ella tuvo problemas para elegir lo que quiso hacer con ella y estaba orgullosa de que yo hubiera podido estudiar literatura y tener un trabajo que me gustaba. En sus últimos tiempos, en los que quedaba poco de la mujer que fue, se sintió orgullosa de que hubiera publicado mis primeras novelas aunque ya no pudiera leerlas; no podía leer ni oír en condiciones.
Mi hija, que es un apoyo incondicional y a la que he acompañado en sus aventuras de vida; primero con su deporte y después con sus estudios en distintos lugares. Viajamos, hablamos y estoy orgullosa de su lugar en el mundo. Cuando la veo no puedo evitar pensar en que algo he hecho bien.
Mis amigas, las de antes, las de ahora, las que han llegado a lo largo de los años y las personas nuevas que voy encontrando en mi camino. Me hacen feliz. Me siento bien caminando junto a ellas. Algunas desde los cuatro años, otras apenas cuatro… Las mujeres somos apoyo y pilar para nosotras. Estamos ahí para escuchar, para reír, para ayudar. También somos capaces de llorar juntas de felicidad y de tristeza.
Y mis escritoras. Muchas. Tantas que me costaría nombrarlas a todas: Almudena Grandes, Dolores Redondo, Elvira Lindo, Rosa Montero, Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Ángeles Mastretta, Lara Recuero, Laura Riñón, Louise May Alcott, May Sarton. Elizabeth Strout, María Dueñas, Marta Pérez Carbonell, Isabel Allende… dejaré muchas en el tintero. Todas, todas han influído en mí, para que los libros me ayuden en los buenos y malos momentos. Ahora que dispongo de tiempo en mi vida estoy disfrutando de la lectura como uno de los mayores placeres. Y cuando lo hago mirando el mar lo disfruto el doble.
Y ahora, desde hace menos de dos meses, tengo una mujer muy importante en mi vida. Fundamental, diría yo. Tengo una nieta. Estoy viendo el mundo de manera diferente cuando la miro a los ojos. Cuando veo cómo bosteza. O cuando comienza a reirse. Entonces, gracias a esos momentos, soy feliz.
Sé que en esta semana de la mujer debería ser más profesional y ensalzar a las políticas y las mujeres que han abierto camino a la libertad femenina en el mundo, pero permitidme que me centre en mi mundo, en las mujeres de mi vida.
¿Y vosotras, vosotros? ¿Cómo de importantes son las mujeres de vuestra vida?