Un momento especial en las noches de verano es la contemplación de las Perseidas, la lluvia de meteoros también conocida como Lágrimas de San Lorenzo.
Esas estrellas fugaces que podemos ver en el firmamento son los restos visibles del cometa 109P/Swift-Tuttle en su periodo orbital cercano a la Tierra.
Es uno de los fenómenos astronómicos más atractivos para los que desconocemos la ciencia pero que nos encanta la fantasía, porque no hay nada más bello que pasear de noche con un manto de estrellas blancas acompañándote e intentar encontrar las “que se caen”, porque cuando los profanos admiramos el firmamento lo único que vemos en menos de un segundo es cómo trazan una línea y se desvanecen.
Aquí podemos echarle toda la literatura que queramos, porque una cosa es la ciencia que nos permite ver cómo los fragmentos de roca son atraídos por la atmósfere terrestre desintegrándose y produciendo su estela de luz y otra cosa la fantasía que te inunda cuando eres capaz de descubrir una, dos, tres estrellitas que se caen sólo para tí porque es muy difícil que dos personas a la vez vean la estela de la misma estrella. Es demasiado rápido. Es demasiado mágico.
Y cada año, si tienes oportunidad de acudir a un monte con poca contaminación lumínica (en este 2024 hay que huir de la luna creciente) dejas volar la imaginación con cada estrella que cae, con las hadas acompañándonos desde el cielo, con nuestros seres queridos brillando en un punto del universo sintiendo la alegría por las buenas noticias…
Ese momento único de las noches de verano en que te sientes insignificante en el universo, pero feliz.
Es un privilegio pasear de noche por los montes de Gredos: cerro Gallinero, Puerto El Pico y mirar a las estrellas y soñar. Sí. Somos diminutos. Pero la vida es inmensa y el cielo se muestra ante nosotros como si nos guiñara un ojo, cómplice y atrevido… y vuelves a contar como cuando eras un niño.
He visto una, no, dos… tres. Y la magia se hace ante tus ojos y quedas embobado ante tanta belleza, ante lo que científicamente se explica pero tú no eres capaz de entender.
Sólo puedes sentirte feliz en ese instante en el que descubres que eres una pequeña hormiguita en el mundo sonriendo ante un instante único.
Buscad aunque sea en el asfalto un pequeño rincón sin luz donde mirar al cielo. Si las estrellas no caen, imaginadlas. Rercordad a Peter Pan volando al país de NuncaJamás con Wendy de la mano y soñad.
Queridos lectores: hoy me he puesto poética pero un corazón feliz no puede ocultarse. Mirad a las estrellas y sonreir. En las noches de verano siempre hay que coger fuerzas para lo que está por venir.
La ciencia no dice que hay que pedir un deseo cuando cae una estrella. Yo sí. Es una bellísima forma de volver a la niñez. De ser feliz.