Otra vez había vuelto a soñar con él. Era el quinto día. Por cinco veces nos habíamos acercado tanto que casi nos rozábamos el rostro y cuando íbamos a besarnos, ¡zas!, me despertaba.
Así que no lo dudé. Ese día cuando él terminaba de prepararme mi café, crucé la barra de la cafetería y le planté un apasionado beso. En una servilleta de papel le había apuntado mi número.
¡Lĺámame! –le dije todo lo insinuante que puede una ser a las 8 de la mañana. Y me fui.
Ahora no sueño con él. Desayunamos juntos
La fecha
Su secretaria le confirmó la cita. El lunes próximo tendría que firmar los papeles. Miró la fecha en el calendario y se preguntó por un momento cómo había llegado hasta allí, cómo habían llegado hasta allí. Noviazgo, amor, una casa, tres hijos... Tal vez nunca...