Ayer vino a visitarme mi fantasma favorito. Me regañó. Estaba enfadado conmigo. Dice que leo mucho y escribo poco.
Dice que relleno libretas y libretas pero que todavía no tengo un título definitivo. Ni un final claro. Dice que sin título y sin final no hay novela. Dice que tampoco me decido por el principio.
Y yo pienso que si sigue regañándome va a dejar de ser mi fantasma favorito.
Necesito leer un poco más. Necesito perderme en la historia de mis personajes para poder escribirla. Necesito hacer esquemas y calcular las edades. Ver las fechas de nacimiento y las de defunción. Ver con quién se acuestan, si tienen hijos o tienen amantes. O las dos cosas.
Necesito perderme en sus vidas antes de escribirlas para poder sabérmelas de corrido como si fuera una lección. Necesito vivir sus alegrías y sus tristezas para poder contarlas, para que sean auténticas, para que cuando tú, lector, llegues a ellas te sumerjas en las páginas deseando saber más.
Querido fantasma favorito: gracias por encender mis sentidos pero yo tengo mi tiempo.
Necesito leer un poco más.
Y ya, si eso, después escribo.