Para mí siempre ha sido la estación más bonita del año aunque según voy cumpliendo años echo de menos el calor y me da más pereza la chaquetita.
De todas formas en otoño comienza el año y llega lleno de proyectos y alegrías. Mis sueños se van a hacer realidad y voy a publicar mi tercera novela. Todavía estudiando con quién. Felicidad y nervios a partes iguales.
Y cuando cierras un proyecto, tienes que abrir otro. La semana pasada, durante mi estancia en Valladolid (#blacklladolid24, congreso de Literatura y sexo) comencé la que probablemente será mi cuarta novela.
Recopilé los archivos escritos, las grabaciones; copié todo a mano y me di cuenta de que la historia que quería contar debía hacerlo de otra manera. Antes de trazar el mapa de escritura que la brújula se salta, me fui a caminar por Valladolid. Era un día gris, nublado y fresco. Un día de otoño. Compré una nueva libreta. De color morado. Sin cuadros. Hice un esbozo de la estructura, de los capítulos, de los personajes…
Y comencé a escribir. Quizá es un salto al vacío. He retomado la historia dos días más. Ya van surgiendo las páginas, las historias, las vivencias, las situaciones. Pero necesito pasear más. Necesito escribirla más en mi cabeza porque he de decir que la idea que yo tenía cambió cuando transcribí todos los archivos que había escrito. Sí. Es muy normal escribir notas, archivos, conversaciones o ideas en registros de audio. A veces te sirven o a veces consigues tirar todo lo que escribiste en algún momento.
No sé. Tal vez necesito alguna noche más de insomnio y dar vueltas en la cama consultando a la almohada para saber qué dirección toma mi idea. Llevo dos años pensando en cómo escribirla y justo cuando me siento a ello cambio mis rumbos. ¿Qué haré? ¿Cuál será la vida de mis nuevos personajes?
La inquietud de las decisiones a tomar con la tercera novela me impiden ponerme a escribir del tirón, pero poco a poco lo conseguiré. Es más importante escribir la historia principal en tu mente que coger papel y bolígrafo o página en blanco en ordenador. Cuando realmente sientes lo que quieres contar las palabras fluyen y avanzas en la historia. Primero mapa, y después brújula. ¿No sabéis lo que es?
El escritor mapa tiene que tener todo dibujado y diseñado antes de sentarse a escribir y no cambia ni un personaje ni una historia de lo que traza en un primer momento. El escritor brújula tiene una idea y la desarrolla sin previo esquema apenas. Por intuición. La vida de sus personajes le va marcando el camino. Yo creo que toda persona que escribe tiene parte de los dos.
Celebremos el otoño, celebremos las buenas noticias (muchas afortunadamente) y consultemos a la pobre almohada, que la tengo abrumada con tantos pensamientos.
Feliz otoño, queridos lectores.