De viernes a domingo he asistido en Madrid junto a mi hijo al Business Event REFERENTE. Reconozco que me dejé llevar y fui sin conocer a la organización ni a los ponentes. Normalmente por deformación profesional de documentalista investigo todo, pero en esta ocasión fui con los ojos cerrados.
Vaya por delante mi enhorabuena por el trabajo que supone el montaje de un evento de esta categoría dedicado al coaching, consultoría y formación.
Mi negocio no es para meterme en su programa aunque si estuviera empezando no dudaría en subirme a su tren. Yo sólo soy aprendiz de escritora y quiero seguir disfrutando de mi escritura para ofrecérsela a mis lectores.
Dicho esto he aprendido un montón de estrategias y de formas de afrontar las redes sociales para crecer, he escuchado experiencias increíbles de gente que casi de tirar la toalla llegaron a todo lo que soñaban y más, pero en el fondo me he enfocado a ver como espectadora el propio evento.
Como si fuera Juan José Millás he mirado un poco más allá del tema y he visto la estructura: magnífico hotel, magnífico salón, magnífico director de orquesta, magníficos invitados… Pero por un momento me sentí en una película americana en la que el predicador lanza su mensaje captador para los fieles y todos dicen amén.
Técnicas semejantes viví en cursos realizados por la Universidad Telefónica en Barcelona durante mi carrera profesional, pero nunca con tanto empuje y entusiasmo como en estos tres días. Música y aplausos, motivación en cada frase, invitación a la acción.
La imagen, los videos, los youtubers y su relación con el mundo de las ventas. Aprender a vender a alto nivel para tener una vida mejor con tiempo libre y disfrutar de tu ocio.
El mensaje es cautivador sobre todo para una mayoría de gente joven que asistía al evento. También había un grupo como yo, no tan jóvenes, que querían revitalizar su negocio, aprender nuevas ideas y en muchos casos unirse a esa “secta” que lleva escrito el éxito en su cara.
Desde mi atalaya observadora me queda preguntarme: ¿Qué es el éxito?
Probablemente para cada uno el éxito es algo distinto, pero en ese entorno el éxito que definían como ayudar a los demás me parecía que era saber cómo ganar más dinero para sentirse uno mejor. Sí, ayudando a los demás, pero principalmente ayudándose a uno mismo.
La mayoría de los ejemplos aportados era gente que dedicaba muchos esfuerzos para ayudar mental o físicamente a las personas que los seguían o compraban sus productos pero repito que por momentos me sentí abducida por el entusiasmo de tener una idea altamente rentable para adquirir el programa y cambiar mi vida.
Supongo que de eso se trata. Y supongo que con treinta años menos ahora mismo pertenecería a su grupo de futuros triunfadores y saldría al escenario en el próximo evento.
Enhorabuena a todos, a los que han hecho posible este fin de semana y a los que continuarán sus pasos. Yo sólo puedo felicitarlos. Y prometo seguirlos en sus redes para seguir aprendiendo.
La fecha
Su secretaria le confirmó la cita. El lunes próximo tendría que firmar los papeles. Miró la fecha en el calendario y se preguntó por un momento cómo había llegado hasta allí, cómo habían llegado hasta allí. Noviazgo, amor, una casa, tres hijos... Tal vez nunca...