En estas fiestas navideñas me gustaría ser un Harry Potter moderno. Reconozco que he vuelto a engancharme a películas y libros desde que @paulifero habló en su newsletter del famoso mago de Hogwarts. En alguna cadena televisiva están reponiendo las películas (ya no hay siesta los fines de semana) y la última novela que no sé por qué no leí en su día está en sus páginas finales entre mis manos.
Por eso me gustaría utilizar la magia buena, la que abre puertas cerradas o limpia cocinas o ayuda a los amigos. De pequeña me encantaba el personaje de Embrujada (Bewitched) en la serie televisiva de mi infancia en la que Samantha, perteneciente a un largo linaje de brujas se casaba con un ejecutivo, Darrin Stephens, un vulgar mortal.
Tener poderes para quitar la tristeza; saber decir las palabras de consuelo perfectas; dar alegría a las personas que no la tienen; arreglar conflictos familiares; curar enfermos; sanar corazones… Ni Harry Potter ni Samantha hacían estas cosas, pero a mí me gustaría ponerme una capa y un gorro puntiagudo y hacer unos cuantos conjuros que hiceran desaparecer de la faz de la tierra las guerras, el hambre, el maltrato, el abandono… y la tristeza, el dolor, la incertidumbre… a todos los cercanos, a los que no atraviesan buenos momentos, a los que pelean con hijos o con hermanos, a los que tienen enfermos al lado, a los que tienen pocas esperanzas, a los que les cuesta ver el optimismo a través del visillo de la ventana porque siempre hay un Grinch a su lado.
Sé que a veces es difícil ese destello de esperanza, de ilusión, de alegría. Nos cuesta mucho mirar con la inocencia de los ojos de un niño. Sería bonito poder hacerlo incluso cuando lleguemos a ser ancianos…Optimista compulsiva, ya sabéis.
De momento, aunque no todas las situaciones son iguales, y algunas son complicadas, intentaré hacer un hechizo mágico con el que al menos todos podamos sonreír tres segundos cada día.
Sería un bonito regalo de Papá Noel.
Feliz Navidad a todos, a los amantes de los villancicos y a los que odian las luces de Navidad, Feliz Navidad a los que están en guerra contra el mundo o contra sí mismos, y Feliz Navidad también a los que sufren, a los enfermos, y a los que están solos, porque si cierran los ojos, si piensan por un segundo en un recuerdo bonito, allí en su corazón, seguro que lo encuentran.
