Tomé el vuelo a primera hora de la mañana con destino a París.
Mi hijo trabajaba al otro lado del Atlántico las dos próximas semanas y su mujer acudía a un congreso en Londres. Alguien tenía que hacerse cargo de los niños.
El abuelo siempre está dispuesto a echar una mano aunque nunca imaginé que encontraría en ese viaje a la mujer de mi vida.
Pero, ¿Quién no ha soñado con encontrar a un amor imposible en un vuelo?
Mi compañera de asiento, viuda, como yo, volvía a París después de una semana de museos y comidas en Madrid.
Conectamos enseguida.Mis nietos también hicieron “match” con ella.Fue una semanita inolvidable.
En nuestras charlas por internet estamos ansiosos por repetirla. Sin niños.