El tiempo, la vida están tan locos que hemos tenido un fin de primavera como si fuera verano y un comienzo de verano en algunos lugares casi de invierno.
Estas contradicciones del tiempo responden también a las contradicciones de la vida que estamos viviendo.
Nos estamos cargando el planeta. No respetamos las normas básicas de medio ambiente. Y tenemos una guerra a las puertas de Europa. Pero solo nos importa llenar el depósito del coche y quejarnos por lo que ha subido todo.
Algunos lo sufriremos pero otros no podrán calentarse el próximo invierno y tendrán que hacer ingeniería matemática para comer cada día.
Pero seguiremos mirando a otro lado. Y la vida continuará.
Comienza el verano, sí. Tal vez sea mejor no pensarlo. Incluso no decirlo en voz alta. Tenemos muchas ganas de vivir, de disfrutar. Hemos sufrido una pandemia y sentimos que nos han robado dos años. O más. Hemos descolocado el tiempo. Nos cuesta echar la vista atrás porque esos dos años se han multiplicado por unos cuantos en nuestro corazón.
Todos hemos perdido seres queridos, directa o indirectamente y nuestros mayores han llevado la peor parte.
Quizá por eso tenemos un entusiasmo quizá desmedido por estas vacaciones, por el verano, quizá porque aunque no queramos decirlo en voz alta, porque tal vez no nos gusta escucharnos a nosotros mismos, porque no queremos atrevernos a imaginar, porque queremos seguir soñando…
Vivamos pues este verano ese entusiasmo, callemos lo que se nos pasa fugazmente por la cabeza, no nos escuchemos, no nos oigamos, y solo imaginemos, soñemos con el sol, con la brisa, con la playa o la montaña, incluso con la piscina… no hay cumbre de la OTAN, no hay guerra en Europa, no amenaza una recesión, no. Dejemos vivir al verano. Julio y agosto están a un minuto de nuestra ilusión. Disfrutemos hoy.
Leo en estos momentos “La muerte contada por un sapiens a un neandertal” de Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga, y el epicureísmo y el hedonismo que critica magistralmente Millás a su compañero son asignaturas obligatorias en estos días para no estar tristes, para no escucharnos, para pedir una prórroga de dos meses. Por favor, disfrutemos de este verano.
Por si acaso.