Tenemos ya ganas de hacer el cambio de armario y sacar las chaquetitas, que tan solo son necesarias a primera y a última hora del día. Mientras tanto, arrugadas encima de bolsos, sillas, asientos del coche, no hacen falta por las que todavía son altas temperaturas. Por otra parte, en algunos lugares de España, las lluvias torrenciales se llevan a su paso todo lo que encuentran. A veces no podemos creer lo que vemos a través de las cámaras de televisión o en internet.
Algo no funciona bien. De niños estudiábamos cuatro estaciones. Recuerdo adorar el otoño. Ahora mi sensación es que pasamos de los tirantes al abrigo y que cuando nos queremos dar cuenta están los supermercados llenos de polvorones. El otro día pude comprobarlo y me entró tristeza.
No sé si es culpa de la globalización, el cambio climático o de nuestra propia ansiedad. Queremos todo ya, aquí y ahora como si fuéramos bebés que no entendemos lo que está pasando.
Este fin de semana he estado en varias ocasiones por el centro de Madrid y reconozco que dan ganas de salir corriendo. ¿Somos tantos? ¿Tan juntos? ¿En los mismos sitios? Tal vez me hago mayor y me agobian las multitudes y los gritos; el tener que reservar con excesiva antelación para cualquier evento sea gastronómico o cultural y esta vida de prisas que hace que si estás en un barrio de las afueras (no en un pueblo) tengas que calcular un mínimo de algo más de una hora para acudir a cualquier cita.
Pero en ocasiones merece mucho la pena cruzarse Madrid para reencontrarse con amigos a los que nos unen los libros, que nos conocimos a través de una librería, Librería Velazquez de Madrid, y que tienen la generosidad de volver a la capital para compartir unas horas con nosotros. Marta, Mariola, gracias por el esfuerzo. Y gracias a Laura por mantenernos juntos. Gracias también al fantástico concierto de Vicky Gastelo.
Mi padre, si la vida se lo hubiera permitido, habría cumplido 100 años, y las flores que puse en su tumba las dediqué a mi madre, a la que le gustaba poner flores en su tumba aunque sabía que a él no le gustaba.
Empezaremos mejor la semana y la rutina nos hará sonreír. El lunes es el día de las escritoras. Brindaremos por ellos. Por seguir aprendiendo.
Retomo escritos, escritura, correcciones, esperanzas y deseos. Los sueños siguen estando presentes en otoño.
Y lecturas. Muchas. Simultáneas. No me da la vida para leer tanto como quisiera.
Esa idea de Lena Dunham de un día a la semana solo para leer debería ser aceptada como dogma de fé.
Mientras tanto, robaremos horas al sueño para leer y escribir.
Y para disfrutar de lo bonita que es la vida.
Si somos capaces de mirar bonito, a pesar de tristezas y dolores, la vida se verá más bonita.
Feliz semana, felices lecturas, feliz vida.