Emociones
Según la RAE “llorar” tiene distintas acepciones desde “Derramar lágrimas” a “sentir vivamente algo”.
Lloramos de alegría o de tristeza. Nos emocionan las buenas noticias; nos enternecen los sentimientos puros; nos sacuden la amistad, el dolor, el amor… Nos duele ver llorar a un niño, a un anciano.
Nos hacen sonreír las “lágrimas de cocodrilo” de un bebé, que llora sin llorar. Y sí, los cocodrilos lloran para facilitar su digestión lubricando su cavidad orofaríngea y que llegue mejor la carne a su estómago. De ahí su hipocresía al derramar lágrimas. No lloran por haber matado a su presa.
Lloramos de dolor ante la pérdida de un ser querido; de tristeza cuando no podemos consolar a nuestras personas cercanas; de dolor físico cuando los años se acumulan en nuestro cuerpo; frente a las injusticias que cada día leemos o escuchamos, las guerras, el sufrimiento…
A veces no somos capaces de llorar de pena. Se pone un nudo en la garganta que no sabemos ni podemos deshacer. Busca entonces una pelicula que te haya emocionado: Memorias de África de Sydney Pollack o Casablanca de Michael Curtiz o Los puentes de Madison de Clint Eastwood. Siéntate y relájate frente a la pantalla. Las lágrimas terapéuticas reconfortarán tu mente.
Recuerdo el poema infantil de Federico García Lorca que leía en mi niñez:
<<El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos.
Han perdido sin querer su anillo de desposados>>.
Y en los libros de lengua aparecía un lagarto apenado llorando. La ternura de unos versos sencillos del poeta nos hace sentir niños de nuevo.
También lloramos de alegria, de emoción, de felicidad, de dicha.
Cuando gana tu equipo.
Cuando consigues tus propósitos.
Cuando apruebas un exámen.
Cuando encuentras el amor o la amistad.
Cuando la vida te sonríe.
Da gracias siempre cuando la vida te haga sentir que puedes llorar de ese modo.
Es un privilegio sentir esa plenitud.
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